viernes, 5 de septiembre de 2008

ROCAMADOR

Hace años, realicé un fugaz viaje a Pamplona y callejeando por el casco antiguo, cuando ya reinaba la oscuridad de la noche, me topé, de golpe, en una calle con escasa luz, con un panel de azulejos en el que aparecía la imagen de una Virgen. La escasa luz que había en aquel lugar no me permitió otra cosa que, no sin esfuerzos, leer la parte correspondiente al pie de aquellos azulejos en los que figuraba el nombre de la imagen. Se trataba de nuestra querida Virgen de Rocamador
He de reconocer que quedé algo sorprendido porque en tierras tan lejanas de Encinasola hubiese una imagen de la Virgen de Rocamador presidir una calle. Esto hizo que me marchase de allí con el deseo de poder averiguar por qué nuestra Virgen se encontraba en aquella vieja calle. Esto me llevó a buscar datos sobre Rocamador y, después de esto, he de reconocer que lo extraordinario no es que la Virgen de Rocamador se venere en el Norte de España, sino que su devoción haya sido tan fuerte como para propagarse de una parte a otra de la geografía española.

La primitiva imagen de esta advocación mariana es una virgen negra que se encuentra en la región francesa del Quercy, en una pequeña y curiosa localidad, llamada Rocamadour, cuyas casas cuelgan sobre la roca viva de un farallón. Los edificios del pueblo están construidos en las verticales paredes de un acantilado.

Los peregrinos que se encaminaban a Santiago de Compostela, al pasar por Rocamadour, se impregnaban del culto a esta virgen milagrera y, al cruzar por tierras navarras, en el siglo XI, supieron transmitir a esta región su devoción a la Virgen de Rocamador. Entre los navarros arraigó profundamente este fervor mariano, especialmente en Estella y, sobre todo, en Sangüesa, pues la Virgen de Rocamador es patrona de esta última población.

De aquí, con la reconquista, el culto a la Virgen de Rocamador se extendió a otros lugares. Andalucía no fue una excepción y, por eso, como ya sabemos, podemos encontrar en Sevilla, en la Iglesia de San Lorenzo, una antigua imagen bajo esta advocación.

Si no recuerdo mal, tradicionalmente se ha dicho que el culto a la Virgen de Rocamador llegó a Encinasola en el siglo XIX, de la mano de unos presos que desde Sevilla fueron enviados al pueblo para realizar determinados trabajos. En aquellas fechas era normal que el Rey autorizase que los presos fuesen enviados a los municipios para efectuar pesadas tareas. De esto he podido ver varias disposiciones en La Gaceta de Madrid de los años 1833 y 1834.

El hecho de la llegada de la Virgen al pueblo es evidente, pero lo que es difícil de situar es la fecha exacta en que su llegada tuvo lugar, pues la anterior creencia, si bien puede ser cierta en cuanto a que fuesen los presos quienes introdujeran en Encinasola el culto a la Virgen de Rocamador, no lo es en cuanto a la fecha en la que se dice que tuvo lugar. Este error de fecha lo pone de manifiesto Dña. María del Carmen Calderón Berrocal en su ponencia “La visita pastoral en Encinasola”, recogida en la publicación de la Excma. Diputación Provincial de Huelva “XI Jornadas del Patrimonio de la sierra de Huelva”. En este estudio se afirma que la ermita ya existía en 1730.

Así, pues, nos queda por saber cuando fue el momento exacto en el que se introdujo en nuestro pueblo el culto a la Virgen de Rocamador.

En cuanto a la fecha en la que se inició la celebración de la romería a esta ermita, podemos encontrarla en un artículo que D. Candelario López publicó en Ecos de Flores, en mayo de 1963. Decía así nuestro recordado D. Calendario:

“En mi niñez no conocí que hubiera romería a Roca Amador. Se inició esta de una forma fortuita allá por el año 1913 ó 1914. Se debió a la familia de un sargento de Carabineros, que la componían el matrimonio y cuatro hijos: tres hembras y un varón; él llamado Cayetano y ella Victoria. Esta familia era de Valencia de Alcántara (Cáceres), en cuyo pueblo existía la costumbre de ir el Sábado de Gloria a merendar al campo, después de amanecer el Aleluia.”


El Picón núm. 22, Agosto 2002
NOTA.- Últimamente he estado "traduciendo" las actas municipales del siglo XVIII y en una de ellas se dice que había riesgo de que una epidemia de peste pudiera afectar al pueblo. Para poner remedio a esta gravísima epidemia se tomaron una serie de medidas, entre ellas destaca el confinamiento en Nuestra Señora de Rocamador de aquellos que llegasen al pueblo procedentes de lugares el los que se sospechase que podía haber peste .
Con esto, queda claroque en el siglo XVIII ya existía la ermita de Rocamador.
Como vemos, otra teoría que se nos viene abajo y es que, cuando se cuenta algo sobre al historia de un pueblo, ha de estarse muy seguro de lo que se dice o, de lo contrario, dejar muy claro que lo que se propone no deja de ser una posibilidad pendiente de confirmar.

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